Convertirán la carpa en un espacio de diversión satírica, ataviados con complementos que oculten su identidad y les permitan hacer travesuras.
El Entroido de Cobres está lleno de rituales y tradiciones conservadas a lo largo de los siglos y transmitidas de generación en generación hasta llegar a la edición actual, en la que los danzantes transmiten el orgullo de ser guardianes y portadores de un patrimonio cultural convertido en seña de identidad de todo el municipio de Vilaboa.
Tras una soleada jornada dominical, el Entroido de Cobres encara su tercera jornada, en la que los maghachos tomarán el relevo de los danzantes y, ya en la carpa, durante la fiesta nocturna, se convertirán en los auténticos protagonistas. Se trata de personas anónimas, ocultas tras máscaras o complementos y vestidas con prendas que ocultan su identidad, que el lunes de entroido están autorizadas a hacer trastadas. Escogerán a sus víctimas dentro de la carpa y las someterán a bromas y escarnio, procurando siempre no ser reconocidas.

Las personas mayores recuerdan esta jornada de los maghachos como una de las más divertidas para quienes no podían o no habían sido elegidas para formar parte de las parejas de madamas y galanes. Mientras los chicos y chicas seleccionados pasaban el año confeccionando sus trajes, con laboriosos sombreros llenos de flores y cristales que simbolizan un ritual de bienvenida a la primavera, los demás organizaban una noche de diversión satírica íntimamente ligada al espíritu del carnaval gallego.
En la víspera del día grande de la programación, festivo en Vilaboa, la fiesta se prolongará hasta bien entrada la noche con la Orquesta Fuego y el Dúo Prisma.